Por Karlos Dearma / Este capitulo se corresponde con una iniciativa de "El Circulo de Escritores" llamada "Desafío 3: Escribamos una novela juntos". Se trata de una historia detectivesca y fantástica. Tuve la audacia de hacer un "crossover" con una de mis propias historias: La protagonizada por el detective Richard Callahan (Un policía "duro", al estilo clásico, de mi creación, que aparece aquí de manera breve). Espero les guste y recomiendo la escucha simultanea de las canciones. Saludos
Robert Johnson
Lightning Hopkins
La mansión Crow Mirror – capitulo VII – Solo con
los blues en New Orleans
Por Karlos Dearma.
Cuando Peter
Mongabay despertó estaba solo.
Se preguntó si la extraña mujer de los cabellos
negros había sido parte de un agradable sueño. Al principio no hallo respuesta
a su pregunta; la resaca le impedía pensar con normalidad. Nadie más que él
estaba en la habitación.
Volvió a encender un cigarrillo y miro la hora: La 1 y
5 minutos en la madrugada. Esa mujer no podía ser un espejismo y su propuesta
de dejar de lado el “asunto” tampoco. Maldijo su falta de memoria. Lleno sus
pulmones de humo en una larga pitada y fue hasta la ventana.
Se le ocurrió
abrirla: Desnudo como estaba, el viento frío de la noche le clavo sus espinas
en la piel. Aspiro un poco del aire fresco y cerró nuevamente; no era cuestión
de pescarse una gripe.
Unos minutos
después y con la mente más limpia llego a una conclusión: Por la presencia de
dos vasos con restos de whisky sobre la mesa ratona del cuarto y el desorden en
que estaba la cama, intuyo que la mujer había sido algo real. Después de todo
era detective. Solo que no recordaba ciertos detalles y tampoco el nombre.
¿Acaso se lo había dicho? Muy probablemente no. Busco relajarse un poco.
Encendió la radio
y dejo el volumen bajo: No tenía la intención de molestar a nadie a esas horas.
Busco la emisora de Blues y se hecho en un pequeño sillón. Una voz cavernosa le
hablo desde el éter: -Esta es la WBRKO de Jackson, Mississippi, y es el
momento de los clásicos del Blues. Desde ahora y con ustedes la música del
legendario Robert Johnson, y su tema: Me and the devil-.
El locutor se
hizo silencio y la guitarra comenzó a lanzar sus lamentos por los parlantes.
Desde
los primeros acordes un flujo de electricidad pareció recorrerlo; imagino al bluesmen vestido como un guerrero, golpeado por el rayo de Zeus. La
voz temblorosa de Johnson sonaba realmente triste. Peter tuvo la certeza de que
se trataba de un ser condenado.
Nunca había escuchado esa canción, pero una
parte de la letra le hizo sentirse identificado con el cantante: “Me and the
devil are walking side by side, me and the devil… Uuh! are walking side by
side”.
En algunos
momentos de su vida creyó que el Diablo caminaba a su lado. A veces incluso le
atribuyo al maligno, y no a la santa providencia, sus rachas de buena suerte.
Después de todo había sobrevivido a una guerra; asesinando gente: Eran otros desesperados
como él, empujados a un sin sentido, en nombre de Dios y la patria, luchando por
sobrevivir. Condenándose.
Sirvió un vaso de
whisky y bebió. Quiso poder volver a dormir pero se conocía. Tuvo una idea.
Tomo el teléfono y una adormilada operadora le contesto:
-¿Si?
-Operadora. Por
favor, necesito que me comunique con el siguiente número en Dodge City.
Un minuto después
el teléfono llamaba. Del otro lado de la línea un hombre insomne, en una
habitación pequeña y con la compañía de una bella durmiente rubia,
aporreaba las teclas de un piano.
Escucho el ring, pero no atendió. Aspiro más
humo de su cigarrillo. Y siguió tocando. Solo cuando la mujer despertó y le pregunto si no iba a atender el llamado se
detuvo. La miro y con seguridad le respondió:
-Se quién es.
-Ah, ¿Si? ¿Y
quién puede ser a estas horas?
-Un amigo, Mongabay.
Estuvimos juntos en el ejército.
El teléfono no
paraba de sonar, la rubia contemplo el aparato, y el detective, Richard “Ringo”
Callahan, se levantó de mala gana y tomo el tubo.
-Peter, ¡¿Qué
demonios?! ¡Son más de la una de la madrugada! Esto no es New Orleans, es
Kansas.
-¡Déjate de
estupideces, Callahan! No estabas durmiendo, lo sé. Intuyo que estabas al
piano, y me imagino que una mujer te hace compañía durmiendo en tu cama.
-La acabas de
despertar.
-¡Es tu culpa,
Ringo! Por no atenderme antes.
-¿Qué quieres?
-Cierta
información, Richard. Se trata de una firma de abogados. La maneja un tal
Cromwell.
-¿James Cromwell?
-Exacto. ¿Le
conoces?
-No es trigo
limpio, créeme Peter. Estas a punto de hundirte en la mierda si te metes con
ese tipo. Si existe el abogado del diablo debe ser él. ¿En qué andas metido?
-Me contrataron
para encontrar a un hombre. Un tal Samuel Williams. Desapareció hace unos meses
atrás. Su esposa lo busca.
-Sigue mi
consejo: Déjalo. Posiblemente esté
muerto. Y tal vez termines en un zanjón con una bala en la cabeza, al igual que
él, si es que anduvo en tratos con Cromwell. Mañana subo a un avión rumbo a Londres, para
ese entonces ya no estaré cerca como para cuidarte. Hazme caso.
-No te preocupes
por mí, ya no soy un niño. Me cuidaré solo.
Se despidieron. Luego
de colgar Ringo siguió con la melodía. Miro a su rubia y sonrío. Del otro lado,
Peter quedo pensativo. Desde la radio sonó otra canción: Lightning Hopkins
pedía que le traigan un arma.
Gran desenlace del relato compartido por para el concurso a Dúo del círculo de escritores.
ResponderEliminarNo puedo decir más que me ha encantado. Brutal, excelente de la primera letra a la última. El ambiente sigue siendo negro, estás leyendo y te ves sumergido en una gran película de los tiempos en que el cine era cine, y los detectives no se alimentaban de rosquillas, sino de bourbon y cigarrillos.
La inclusión del personaje de tu saga detectivesca Richard “Ringo” Callahan, es sin duda mucho más que un acierto, es un lujo para esta novela.
La elección de los temas musicales soberbia…
Un fuerte abrazo.
Muchas gracias amigo. Me alegra sobremanera el que te haya gustado tanto. Te mando un gran abrazo.
ResponderEliminarApasionante capítulo, Carlos. Gran y acertada inclusión de Ringo. Excelente atmósfera negra y fluida narración.
ResponderEliminarAbrazo, amigo de letras.
Gracias amigo, muchas. Un gran abrazo :)
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