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viernes, 18 de marzo de 2016

SETI, EL EGIPCIO /// CAPITULO 134


134   UN ENCUENTRO CON SESOSTRIS (HATTUSILLI)
Por Karlos Dearma.

-Créeme HATTUSILLI, las mujeres van diez años por delante nuestro. Son más avezadas y avanzadas que los hombres. Por eso buscare una mujer joven para casarme y tal vez así estemos  equilibrados los dos. ¿Qué te parece mi idea?

ARNUWANDA es un buen tipo, aunque no sé de dónde saca sus ideas extrañas acerca de las mujeres. O soy un tipo anticuado, que debe actualizarse en sus ideas, o debería retirarme de estos asuntos. 

Estuve casado una vez, hace mucho ya. Mi esposa era la mujer más bella de Hatti y la amaba con locura. En aquella época era un joven arrogante, arrojado y bocón, posiblemente el más listo de Hattusas; pero ella era más inteligente, siempre lo fue. Me dio varios hijos y murió demasiado pronto. Lo suficiente para no ser testigo del desastre que sobrevino después por sobre nosotros. La pena más grande del mundo casi me abatió. Pero sobreviví.

Seguí con los consejos que me dio antes de partir; Intente cambiar las cosas y los míos me traicionaron. Ahora voy en camino de arreglar algunas de aquellas cosas, lamento no haberle hecho caso antes. Quizás ARNUWANDA tiene razón. Hasta debimos dejar el poder en las mujeres. Nada malo hubiera sucedido: Posiblemente no tendríamos las guerras que tenemos, a lo sumo discusiones entre mujeres. Mi compañero me saca de mis extraños pensamientos.

-¿Que sucede príncipe? ¿Por qué te sonríes? ¿Te causan gracia mis ideas?

-Nada de eso amigo, creo que tienes razón. Estaba pensando acerca de ello y... ¡¿Qué diablos?!

-¡Nos atacan!

Una nube de piedras desciende sobre nosotros, intento ponerme a cubierto pero golpean a nuestros caballos y caigo. Puedo distinguir a nuestros agresores: Un grupo de vagabundos mal vestidos y peor armados. Alcanzo a gritarle a mi amigo:

-¡Cúbrete, ARNUWANDA!

 Pero el caballo también lo arroja al suelo. Pronto estamos rodeados por una masa de campesinos harapientos armados con palos, azadas y lanzas. Unos pocos tienen espadas y hachas. Nos rendimos, inútil resistirse. Trato de llevarles calma.

-¡Alto! Deteneos. No somos el enemigo. Venimos en paz.

Dejamos en el piso nuestras espadas, que nunca tuvimos tiempo de desenvainar en realidad. 

Nos levantamos lentamente con las manos a la vista, ARNUWANDA me ayuda. No tengo la misma agilidad de antaño. ¡Dioses! Soy vencido por un grupo de combatientes bisoños; debo de estar envejeciendo. 

Los labradores nos observan con desconfianza, creo que hemos dado con los rebeldes. Un tipejo bajo, desdentado, mugriento, y con cara de pocos amigos nos interroga.

-¿Quiénes sois y que hacéis aquí? ¿Acaso sois hombres de EA-TESHUB? ¡Hablad o los cortamos en pedazos!

-Mi nombre es HATTUSILLI y mi compañero se llama ARNUWANDA. No somos mercenarios. Busco a un hombre. Es egipcio y tengo entendido que esta entre ustedes.

-Mientes. Nadie así está entre nosotros.

-Debe estar hablando de ANUBIS.

-¿ANUBIS?

Con mi amigo ARNUWANDA nos observamos: Ningún mortal se llama de esa manera.

-¡Calla, REBEDEM! ¿Cómo puedes ser tan tonto? Nadie puede saber quién es.

-Es suficiente, BARTO. No hay nada que temer con ellos. Es a mí a quien buscan.

Puedo reconocer esa inconfundible voz. Busco a su dueño pero escondido entre la masa no lo veo. Mientras le busco entre esos rostros de torvo mirar, ARNUWANDA me señala a un hombre ancho y alto, de cabellos y barba cana que me observa sonriente. Sonrío. Le reconozco inmediatamente. Mi compañero me interroga:

-Dime HATTUSILLI, ¿Quién es?

-Es SESOSTRIS.

continuará ... 

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