137 UN LEPROSO Y LA BUENA FORTUNA DE AMENHOTEP
(AMENHOTEP)
Por Karlos Dearma.
El camino al
norte es largo, y no está exento de peligros. Siento como si el ejército de la
reina NAGA viniera pisándome los talones.
Tal vez sea solo un presentimiento,
tal vez una ilusión, o más posiblemente una certeza: No sería extraño que haya
enviado a sus cazadoras por mi cabeza. El destino esta echado. Solo los dioses
saben lo que me depara el futuro. No voy a hacerme el valiente ahora: Tengo
miedo. ¿Qué esperaban? Soy solo un escriba.
He logrado
alcanzar Abydos, tierras amigas. Sí, pero puedo darme cuenta cuando la fortuna
esta de mi lado. Todavía es territorio Egipcio ¿Por cuánto tiempo más? Nadie lo
sabe. Debo encontrar una barca que me lleve al delta, y rápido.
Sigo a los trabajadores en dirección al
puerto, tratando de mimetizarme entre
ellos, como un insecto en un jardín. El ambiente está cargado de tensión, como
aquella calma que precede a un vendaval del desierto, o a los grandes
acontecimientos. Todos se mueven con apuro, veo desconfianza y temor en sus
caras. NAGA estará muy pronto por aquí y no quiero estar presente para
recibirla, nadie quiere.
Voy
trajinando una calleja en dirección hacia el Nilo. Mi andar es agitado como el
de una presa que intuye a sus perseguidores. Doy vuelta una esquina y colisiono
con un hombre:
Ambos terminamos por el piso. Los ocasionales transeúntes me
miran horrorizados y escapan. Atontado
por el momento, intento incorporarme y discernir esa actitud. Busco con la
vista a mi interceptor y lo encuentro mirándome, sonriente. Caigo en la
estupefacción. ¡Es un leproso!
Pero aquella
sonrisa me relaja. También el recuerdo de mi querido primo ASEP, muerto por la
enfermedad. No le temo a este extraño, aunque algo parecido a la pena corre por
mi cuerpo. Me levanto y acongojado pido disculpas: Estoy seguro de ser el
responsable.
-Mi nombre
es SHABAKA, no te disculpes. Nadie más por aquí lo haría.
-No entiendo
por qué. Ante todo lo primero es el respeto. Mi nombre es AMENHOTEP.
-Se quién
eres... Y Lo digo por mi condición de leproso. No hay muchos por aquí dispuestos
a detenerse a pedir disculpas.-Algo parecido a la inquietud recorre mi espalda.
Ese hombre me reconoce. Tal vez esté en peligro.-
-¿Sabías mi
nombre?
-Sí,
escriba. Visitabas a un amigo en nuestro refugio. Tu primo. Esperábamos con
ansiedad tus viandas y regalos. Nos ayudaron a todos allí. Recuerdo muy bien tu
cara.
-Siento no
recordarte.
-Deja ya de
pedir disculpas, AMENHOTEP. Estoy agradecido contigo. Estas lejos de la corte.
¿Acaso huyes de alguien?
La pregunta
del leproso me sorprende. No es difícil adivinar la situación por la que paso.
Cualquiera que me conociera y fuera lo suficientemente avispado lo haría. Y
SHABAKA es uno de ellos. Quedo en silencio y mi interlocutor parece entender la
dificultad de mi momento.
-¿Acaso
necesitas ayuda? -Y, como si fuera un embalse repleto de agua y a punto de
rebalsar, acobardado como un niño que ha sido descubierto en su travesura,
largo todo el rollo a borbotones.
-Voy al
norte. Debo huir. ¿Puedes ayudarme?-Sin vacilar, SHABAKA hace un ademán serio,
indicándome que le siga.
-Vamos al
muelle. Conozco a alguien que puede.-El leproso camina delante con andar firme,
haciendo sonar unas campanillas y agitando un bastón largo para abrirnos el
paso. Levanto mis pertenencias y me alzo con el canasto en donde mi gato Maw
viaja más que enojado, gruñendo como un león. Los cobardes transeúntes nos
abren un camino y por esa senda nos deslizamos ligero.
¡AMENHOTEP, hoy tal vez sea tu día de suerte!
continuará ...
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