138 CON UNA AYUDITA DE SHABAKA (AMENHOTEP)
Por Karlos Dearma.
Sentado
sobre mis pertenencias espero el regreso de SHABAKA. Desde la orilla tengo una
vista excepcional del Nilo y sus aguas azules. Algunas barcas hacen maniobras
cerca, unos pescadores ofrecen sus mercancías desde la cubierta de otra, unos
compradores hacen sus ofertas. Veo alejarse a una de ellas en dirección al
norte. Quisiera estar a bordo.
Tal vez pronto logre subirme a una e iniciar el
largo viaje del reencuentro con mi familia.
¡Qué tiempos
tan desdichados para Egipto! ¿Lograremos salvar algo? Una pregunta para la cual
no tengo respuesta. No creo que un cobarde como yo sirva de mucho. Es tiempo de
guerreros y valientes.
¿En dónde estará mi amigo, SETI? Quizás lejos. Demasiado
lejos para los aciagos momentos que nos toca vivir.
Distraído
con aquellos pensamientos, me permití bajar la guardia. La luz del Sol es
eclipsada por alguien que me hace sombra. Una voz de tono áspero me increpa:
-¡AMENHOTEP,
al fin te alcance! Creí que te escabullirías como una rata con la peste, pero
al fin te tengo.
Reconozco la
voz, pero el miedo, que me paraliza, y el resplandor solar, que me deslumbra, me
impiden darle un nombre. Solo atisbo una amenazante figura negra con una espada
en la mano, parece sonreír.
Gira
alrededor mío y al fin le distingo. ¡Es MENUNHOTEP, el traidor!
Más allá, una
mujer, envuelta en una túnica que oculta su condición de guerrera, me observa.
Es ORYX, una de las hermanas de la reina NAGA.
¿Cómo lograron llegar hasta
aquí? Tal vez fui traicionado por el leproso. No importa. Me tienen. Estoy más
que perdido.
Me levanto
temblando, sosteniendo entre mis brazos la jaula de mimbre en donde Maw maúlla
con aire de desaprobación. Oigo unas campanillas, que inmediatamente reconozco
como las de SHABAKA. Lo que sucede luego ocurre tan rápido que no tengo tiempo
para sorprenderme.
MENUNHOTEP
es golpeado en la cabeza por el largo bastón del leproso, cayendo en el piso
desmayado por el impacto.
ORYX arroja la túnica y saca su espada, avanzando con
decisión hacia SHABAKA. Grito y, sin poder articular palabra, levanto el brazo
señalando con el dedo en dirección de la guerrera NAGA. ORYX se mueve rápido
pero no es suficiente: SHABAKA se anticipa y le atiza un revés con el palo; la
joven da por tierra sin sentido.
Demasiado
asustado como para decir o hacer algo, mi amigo, el leproso, me saca de la inconsciencia.
-Me voy al
norte, AMENHOTEP. ¿Vienes?
Mi gato Maw
y yo no ofrecemos reparos. ¿Qué otra cosa podían esperar de un simple escriba?
continuará ...